Tranquilos lectores, no se nos cayó la cabeza sobre el teclado y le mandamos igual (?). Hoy rescatamos desde las profundidades del tiempo una breve crónica sobre un interesante rival que nuestro Club Atlético Independiente supo enfrentar en el pasado. Pase y conozca la curiosa vida de Bruce Grobbelar, el arquero del Liverpool durante la Intercontinental de 1984.

Nació en 1957 durante una estadía de sus padres en Sudáfrica. Descendiente de una familia con orígenes holandeses, Grobbelaar emigró a temprana edad rumbo a un país que ya no existe: Rhodesia, nación perteneciente al sur africano, geográficamente próximo a la tierra de Nelson Mandela. En aquel sitio fue donde comenzó a despuntar el vicio de la pelota, debutando en el arco con tan solo 17 años, en el Highlanders FC de aquellos lares. Sin embargo, algo cambiaría sus planes de manera abrupta: El servicio militar para jóvenes que regía en Rhodesia, y que implicaba la convocatoria a las fuerzas armadas del arquero.

Rhodesia se encontraba en guerra civil en simultáneo a los tempranos años de BC en el arco. A dicho conflicto bélico fue a presentarse el guardameta, que sirvió para el ejército de su país adoptivo a mediados de los 70’. Concluida su participación, guardó el fusil y volvió a calzarse los guantes. Tuvo fortuna: Un cazatalentos del Vancouver Whitecaps, perteneciente a la North American Soccer League, quedó deslumbrado con sus atajadas y le ofreció jugar para su conjunto.

Fue el puntapié inicial para una fructífera trayectoria. Sus buenas migas en el elenco del norte fueron deseados en las islas británicas por el Liverpool, elenco al cual fue transferido a comienzos de los 80’. Allí fue pieza clave para que el 30 de mayo de 1984 su escuadra conmocionara al Estadio Olímpico de Roma –sede de la final de la Copa de Campeones de Europa- venciendo al cuadro local en los penales. Dicha victoria le permitió arribar a Japón poco menos de seis meses después, donde se resignó al ver el remate del José Percudani colarse rumbo a sus redes apenas iniciado el cotejo. El hombre de las mil naciones, el soldado retirado, el excéntrico Grobbelar, debió conformarse con ver a Ricardo Bochini y los suyos alzar el trofeo. “Nos ganaron con talento, pusieron mucha valentía en el campo de juego” deslizó desde los vestuarios el portero africano.

Grobbelaar se mantendría un tiempo más en la elite internacional, defendiendo la valla de los muchachos de Anfield y diciendo presente en las convocatorias internacionales de Zimbabue, nombre con que había sido rebautizado Rhodesia. De cara a la década del 90’, su trayectoria se inclinó por un perfil más bajo, alternando temporadas en equipos del under inglés. Su rostro regresaría a los primeros planos de forma abrupta en 1994, cuando fue acusado de arreglar partidos para beneficiar los negociados del empresario Cristopher Vincent, ex amigo del meta y un hombre vinculado al mundo de las apuestas tanto en África como en el sur asiático. En 1997 fue absuelto definitivamente, estirando su trayectoria hasta el año 1999.

¿Y luego qué? ¿A descansar? Nada de eso: Tuvo dos regresos a la actividad profesional. El primero, en 2002, cuando vistió fugazmente la casaca del Hellenic F.C. de Sudáfrica. El otro, en 2007, año en el cual se paseó un rato por la valla del GlasshoughtonWelfare, de las profundidades del ascenso inglés. En simultáneo, se formó como entrenador y se dio el gusto de probarse como analista en algunas transmisiones futbolísticas a lo largo del globo.

Hoy reside en Canadá, en donde una vez al mes se da el gusto de jugar en un equipo local de fútbol indoor, ejecutando increíbles paradas aún a sus 60 años.

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